"Si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame" (Mat.16:24)
Hay un poema titulado: "La Cruz cambiada", que representa a una persona cristiana que estaba fastidiada porque pensaba que "la cruz" que tenía que soportar era más pesada que la de los demás cristianos, y deseaba cambiarla por otra más ligera. Se quedó dormida, y en su sueño fue conducida a un lugar donde había muchas cruces de diferentes clases y tamaños. Había una pequeña cruz preciosísima de oro, adornada con piedras preciosas. Mirándola dijo: "Esta si que podría llevarla con comodidad". Así que la cogio y se la colocó sobre su cuello.; pero su cuerpo debilitado temblaba bajo su peso. Las joyas y el oro eran muy bellos; pero demasiado pesados para ella. Después vio otra cruz magnífica con flores entrelazadas alrededor de su forma escultural; con toda seguridad, pensó que esta era la cruz más apropiada para ella.. La levantó, pero encontró que debajo de aquellas flores tan hermosas había espinas punzantes que podían destrozar su carne.
Dios sabe muy bien la clase de cruz que nos conviene llevar. Nosotros no sabemos cuál es el peso de las cruces que están llevando los demás. A veces envidiamos a alguna persona que es rica. Vemos que su cruz es de oro y está adornada con preciosas joyas; pero ignoramos lo pesada que puede ser para la persona que la lleva. Vemos a otras personas que parecen muy felices. Las cruces que llevan están entrelazadas con flores. Si pudiésemos probar todas aquellas cruces que creemos que son menos pesadas que la nuestra, llegaríamos a la conclusión de que ninguna nos sienta tan bien como la que el Señor nos permite llevar. Demos gracias al Señor por permitirnos llevar la cruz que nos corresponde, sabiendo que al final del camino nos espera la corona de gloria que Él tiene reservada para sus siervos fieles. Amén.
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